Con un corazón bulímico de sueños, que vomita los besos que antaño me dieron. Solo deseo hoy que se cumpla algún verso, que me sirvas aux fines herbes tus besos.

           

            Los quiero de entremés, de primero, de segundo y de postre. Porque nada me alimenta más, ni mejor…

 

            Y ataré mis bridas a un tumulto de golondrinas, para que cada primavera regresen a tu lado, sin perder jamás el rumbo. Y luego las adiestraré, para que en otoño vuelvan y en invierno y en verano. Mejor aún, para que nunca de tu lado vuelen.

 

            Ya volarán los pájaros de mi cabeza y el aire de febrero formará remolinos violetas y ocres entre las hojas que el otoñó olvidó llevarse de mi alma.

 

            Y la nieve que poco a poco se acumuló en mi corazón se derretirá cuando la mires, formando un riachuelo subterráneo bajo mi pálida piel cuyo arrullo escucharás cuando tu oído poses en mi pecho, junto a eso que en él hace pum, pum.

 

            Y así pasarán los días sin importarme el tiempo, sin querer saber si frio, si calor, si día o noche se suceden. Siempre veré dos luceros en tus ojos y una estrella en tus pupilas.

 

            Y mi corazón bulímico de sueños vomita los besos que antaño me dieron. Añorando los tuyos, incluso, antes de tenerlos.